¿Como saber?
¿Cómo sabemos lo que es verdad? Fácil, se puede pensar, lo que vemos, escuchamos y sentimos es la realidad. ¿Qué pasa cuando lo que escuchamos en las noticias ha sido creado para hacernos creer una cosa que no es verdad?, ¿Qué sucede cuando lo que vemos ha sido diseñado para reforzar lo que ya creemos y así radicalizar?
Dejando de lado lo que es la realidad en el plano filosófico, en el plano práctico tiene que ver con cómo nos informamos para tomar decisiones. ¿Cómo exactamente nos informamos? Los medios masivos han sido pieza clave en las últimas décadas. Es verdad que en los últimos años no gozan ya de la popularidad que tenían por múltiples razones. La regla general es que, entre más grande el medio de comunicación, más probable es que exista la manipulación y la fabricación de mentiras.
Hay que aclarar que no todos los medios ni todos los periodistas son fabricadores de mentiras. Los buenos trabajos periodísticos han contribuido a denunciar los abusos de poder y las irregularidades de los gobiernos.
La responsabilidad de los medios es (o debería ser) proporcionar información que se ha verificado y sea crítica de algo que ha pasado y se reporte con veracidad, que represente un trabajo estructurado por parte del periodista sobre los hechos. De otro modo, si se editorializan los hechos, se convierte en propaganda. Así, al enmarcarla para promover una ideología o una agenda en beneficio de un grupo reducido de personas, lo que han hecho es confundir más a una persona que busca estar informada y se tropieza con la manipulación y luego viene la desconfianza.
El excelente libro de Noam Chomsky, Media Control, explica de manera muy resumida el tema central de otro trabajo llamado Manufacturing Consent.
La cuestión es que, aunque en teoría los medios de comunicación tienen el compromiso de informar, históricamente se ha hecho casi lo opuesto. Esto no tiene nada que ver con teorías de conspiración, sino con un buen análisis institucional.
Los medios han cumplido con este papel desde hace mucho tiempo y han manufacturado el sentimiento, el consentimiento y, finalmente la decisión política y cultural en detrimento de quien lo lee y escucha. Cualquier persona que haya visto un buen documental o película en Netflix o alguna nota en la red social de preferencia, sabe del impacto de esta.
Algunos puntos importantes:
La población en general no sabe lo que es bueno para ellos. La idea de manipulación de los medios es para impedir a ellos, rebaño desconcertado, tomar decisiones importantes.
“Vamos a la guerra, aunque no quieran”. Los primeros intentos de cambiar o modificar la opinión pública usando medios masivos de comunicación comienzan en Estados Unidos en 1916. El gobierno de Woodrow Wilson elaboró una estrategia por parte de los negocios para acabar con la Alemania industrialista. Uno de los intelectuales progresistas pegados a esta campaña era John Dewey, que literal llegó a declarar que “existe una comunidad inteligente” que puede dirigir a una población a través de mentiras y propaganda de guerra.
Allí se descubrió una joya: si controlas a los miembros más “inteligentes” de una comunidad, ellos se encargarán de diseminar el miedo a otros países. Así, pues, los periódicos británicos se inventaron que los Huns masacraban a los niños belgas, cortándole los brazos, uno a uno. Todo fue mentira.
Yo me encargo. Todo esto no se puede hacer sin una teoría o al menos un planteamiento claro y articulado. Walter Lippmann fue un periodista americano que declaró la “revolución en el arte de la democracia”. Así, pues, se pueden usar los medios para fabricar consentimiento.
Espectadores de la democracia. La raza en general puede ser conducida a la guerra o a la autodestrucción con un discurso u otro. La raza es tonta y el único papel que tiene es de ser “espectadora de la democracia”, mientras que las clases especializadas (siempre son ellos los que proponen esto) se encargan de planear, decidir y ejecutar. Así, pues, a este rebaño hay que crearle “ilusiones necesarias” y mensajes emocionales “sobre-simplificados” que sirvan ese propósito. Así, pues, los medios, las escuelas y la cultura en general van a servir el propósito de ser propaganda de una clase política.
La democracia está en crisis: En 1960 se dijo que la democracia estaba pasando por una crisis, ya que las personas se estaban organizando. Por definición, ese sería un avance de la democracia. Pero eso no puede ser así, se tendría que hacer volver a la gente a su estado de apatía, sumisión y obediencia. Es necesario que las personas superen la aberración contra el síndrome de Vietnam y que apoyen las guerras exteriores, la tortura y el costo que eso implica.
Percepción selectiva – Lo que se busca es hacer énfasis en algunas cosas y no en otras. Eso pasó en el fiasco de El Salvador y la guerra del Golfo, entre otros.
Acordeón de noticias falsas
Los acordeones de estudio generan imágenes de flojera, de no tener ganas de estudiar, hacer trampa o querer tomar atajos. Así pues, para honrar su nombre, estoy copiando y pegando una definición de internet que me gustó:
Lo qué en algunos lugares se conoce como Chuletas o Machetes, el acordeón es un pedazo de papel que toma su nombre porque se dobla en forma de acordeón, en su contenido está un texto que tiene como objetivo ayudar a la persona que lo utiliza, generalmente, los acordeones son ilegales durante los exámenes, ya que pueden alterar tu rendimiento y no dicen realmente sí lograste o no aprender sobre un tema en específico.
Podríamos quitarle la connotación negativa y decir que los acordeones son Flashcards- tarjetas didácticas que nos ayudan a destilar la esencia de un tema complicado.
Para saber que y cono filtrar una noticia falsa he acomodado un acordeon para la ocasión.
¿Cómo identificar una noticia falsa?
Uno de los escritores contemporáneos mexicanos que más admiro es Fabrizio Mejía Madrid. Cuando quiero tener una perspectiva acerca de temas políticos actuales, en ocasiones aplico un heurístico –>>ver 25 sesgos cognitivos<<-, que va: “si lo dice Fabrizio, es probable que se acerque a la realidad”, aunque siempre hago mi debida diligencia, por supuesto.
En vez de complicarme la vida, los indicios para saber si una noticia es falsa pueden resumirse, según Fabrizio, en:
1. Son normalmente en contra de una persona y no en contra de sus ideas.
2. Te llegan solitas y sin buscarlas.
3. Contiene muchos adjetivos, algún elemento de verdad (para que parezca realista) y sobre todo apela al miedo, pero a otras emociones también.
Para combatir estas trampas atractivas de los medios y descifrar las noticias, Fabricio recomienda a los analfabetas mediáticos digitales como yo saber estas tres cosas:
1- Verificar las fuentes e irnos a la raíz, preguntarnos: ¿Qué pasó realmente?, antes de hacer un juicio o tomar alguna decisión. Desconfiar incluso de cuando la noticia o información haya sido pasada por un familiar. No compartirla o comentarla. Preguntarnos: ¿Por qué este periodista o medio me está diciendo esto? ¿Qué intención ulterior (además de informar) pueden tener?
2- Reconocer lo que deja fuera y no se informa, y no solamente lo que se comunica. Lo que sucede y no se reporta y viceversa – el contexto también es necesario para entender la noticia.
3- Admitir que tenemos un sesgo y absorbemos la información con nuestras preferencias ideológicas. No existen nota neutral, aunque sí podría ser objetiva, y para ello tendríamos que pedirle al que informa que nos haga saber su sesgo claramente.